Es una noche fría en plena amazonía boliviana. Madres indígenas atinan a dar calor a sus hijos para evitar que éstos se resfríen. Es el sexto día de caminata y el grupo de mil marchistas acampó en San Ignacio de Moxos por instrucciones de la dirigencia, esperando que las autoridades del Ejecutivo confirmen la presencia del presidente del Estado para iniciar el diálogo y plantear su oposición, no a una carretera, sino a que la maquinaria ingrese y parta por la mitad a la mayor reserva natural de Bolivia, el Parque Nacional Isiboro Sécure.

El conflicto por la defensa del TIPNIS llegó a enfrentar a los comunarios de Tierras Bajas, agrupados en su organización matriz, la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (Cidob) con el gobierno central. Pero este no es el primer impase entre los pueblos originarios de 34 etnias y las autoridades del Ejecutivo.
En 1990 se produjo la primera marcha por Tierra, Territorio y Dignidad que llegó hasta la ciudad de La Paz.
Recientemente, en junio de 2010, la Cidob planteó respeto a los derechos indígenas y aplicar la consulta previa establecida en la Constitución Política del Estado, además de pedir mayor representación en ámbitos de decisión política como la Asamblea Legislativa.
En esa oportunidad, tanto la Cidob, como los asambleístas representantes de los pueblos originarios (seis diputados de circunscripciones especiales) comenzaron una huelga de hambre en pleno salón rojo de la Cámara Baja. Dirigentes de la Cidob llegaron a la Sede de Gobierno y trataron de reunirse con el presidente Evo Morales. Sin embargo, las dos medidas fueron rechazadas por el Ejecutivo y sus ministros quienes aseguraron que las demandas planteadas formaban parte de una “conspiración” de la derecha y las Organizaciones No Gubernamentales.
La marcha comenzó y llegó hasta San Ramón, pidiendo hablar con el primer mandatario, pero la negativa de los ministros y las constantes acusaciones del vicepresidente Alvaro García, evitaron que los indígenas se reunieran con Morales Ayma. Más tarde y tras gestiones de senadores del MAS, la marcha se detuvo y todo quedó en la promesa de continuar el debate. La Cidob volvió a fusionarse al denominado Pacto de Unidad y fue determinante para la aplicación de políticas desde el Ejecutivo en el oriente boliviano.
Ahora, la lucha es por la defensa de las áreas protegidas y los recursos naturales. El discurso de la Madre Tierra parece contrario a las amenazas de concluir la obra “quieran o no quieran”. Hombres, mujeres y niños están a la espera del presidente como hace 365 días, pero esta vez parece que una postergación de diálogo y soluciones no frenará la marcha hacia La Paz.
“El presidente conoce lo que está pasando; sabe que en la CPE dice una cosa, pero sus funcionarios y sus colaboradores aplican todo lo contrario. Creemos que si lo dejamos pasar con un pueblo, con un territorio, esto va a pasar con todos. Las desgracias que pasen en un pueblo indígena son de todos los pueblos. No podemos seguir callando, hacia afuera al presidente lo pintan como que es muy bueno con la Madre Tierra, y hacia adentro es desastroso”, reflexionó el cacique de los Pueblos Indígenas Chuquitanos, José Bailaba.
El Diario

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