Sobre lunas y lunáticos – Pedro Shimose – 1.5.2011
En mi adolescencia, los lunáticos de Riberalta eran cuatro: Godoy, un boliviano humilde que perdió la razón en la sinrazón de la Guerra del Chaco; Sinforiana, mujer de aspecto fúnebre, silente y espectral como salida de una tragedia griega, y su hijo Antonio, que seguía a su madre como una sombra, y Selfa, cuya locura era recorrer las calles exhibiendo sus carachas, tirándose pedos, blasfemando y diciendo verdades como puños, a grito pelado. Cada cual con su demencia particular y sus lunas, porque la luna tiene mucho que ver con las mareas, las mujeres, la locura y el aullido de lobos y perros. A propósito, la luna alcanzó su perigeo (punto de la órbita de un astro o satélite más próximo a la Tierra) el pasado 5 de enero. Algo debió haber sucedido porque, a partir de entonces, no sé qué le pasa al Estado Plurinacional.