Bolivia está inmersa en su segundo de cuatro días de carnaval, caracterizado este domingo por la fiesta del ‘pepino’, un pierrot andino que hace olvidar avatares de la vida cotidiana como las desgracias por lluvias e inundaciones o la galopante inflación.

De voz aflautada, agudísima, de pipiritaña, el ‘pepino’, personaje típico del carnaval de La Paz, es pariente mestizo del pierrot francés o del arlequín italiano, y está presente en esta festividad -que se prolonga de sábado a martes, con dos feriados incluidos- desde los albores del siglo XIX.

Enfundado en un traje generalmente bicolor -celeste y blanco, guindo y verde o amarillo y negro- luce una máscara también de tela bicolor con tres penachos vistosos y orejas, ojos, nariz y boca desmesurados, con un rictus que detrás de una amplia sonrisa parece esconder una profunda tristeza.

Nacido del pueblo profundo, el ‘pepino’ no camina solo, generalmente lo hace en tropa, munido de una divertida arma de defensa y ataque a la que llama ‘chorizo’, ensamblado con una media de nailon rellena de papel y arena o el más inofensivo ‘matasuegra’, hecho de cartón plegado y forrado en papel de lustre.

Animador infaltable del desfile carnavalero dominical en La Paz, el ‘pepino’ asemeja un poco a lo que es la vida real: reparte golpes con el ‘matasuegra’, entre divertido y ensañado, y recibe por igual baldazos de agua fría y ráfagas de mixtura y espumas de color de parte de los espectadores.

Mientras el ‘pepino’ hace olvidar las penas en La Paz, en otras regiones de Bolivia también se hace abstracción por 96 horas de las penurias políticas, sociales y económicas, exacerbadas estos meses por el flagelo climático.

En Santa Cruz, región motor del avance nacional, un corso pleno en colorido y belleza, al estilo del carnaval carioca -salvando las enormes distancias- se tomó las calles para coronar a su soberana Andrea I, quien, escoltada por 11 carros de alegoría y más de 100 comparsas dio por inaugurada la fiesta.

En Tarija, la región de la uva y el vino, el ‘carnaval chapaco’ concita la atención sobre todo de turistas del norte argentino.

“En el caso de alojamientos y residenciales (..), tenían pocas camas, sin embargo, se considera que los mismos serán ocupados por la llegada de un mayor contingente de turistas que provienen de la Argentina y del interior del país”, dijo Milton Arce, presidente de la cámara regional de hotelería.

La celebración boliviana arrancó el sábado con el Carnaval de Oruro, obra mayor del patrimonio oral e intangible de la humanidad, según la Unesco. En general la fiesta se celebra sin excepción en los nueve departamentos del país.

La mayoría de los bolivianos ha olvidado momentáneamente que la tasa de inflación entre enero y febrero sumó 2,97%, casi la mitad de la meta anualizada, que los choferes han subido entre 30 y 50% el precio del pasaje o que los precios de los alimentos están en las nubes.

Un llamado de auxilio desde Riberalta, 652 km al noreste de La Paz, por las lluvias ininterrumpidas y el riesgo de inundaciones que amenazan a 70 familias, ha puesto nuevamente el domingo en alerta a las autoridades.

La semana pasada, un alud producto de las lluvias dejó sin techo a 6.000 personas en La Paz, 2.500 de las cuales viven todavía en precarias carpas instaladas en predios públicos.

Un total de 52 personas murieron en Bolivia y otras 14.156 resultaron damnificadas a causa de las lluvias, según un reciente reporte oficial.

Quien a pesar de los festejos no ha dejado de hacer política es el presidente Evo Morales que este domingo entregó obras en Cochabamba, a 400 km de La Paz, en el marco del programa ‘Bolivia cambia, Evo cumple’.

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