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Hagamos emprendedores – Hernan Zeballos / OPINION – 5.12.2010

Domingo, 5 de Diciembre de 2010

El copoazú, una mazorca de la familia del cacao. Quien haya permanecido unos días en Rurrenabaque ha debido saborear el delicioso refresco perfumado que preparan con esta fruta y actualmente su cultivo está siendo difundido, con éxito comercial en Riberalta y otras localidades de Beni y Pando, como cultivo asociado al arroz, cítricos, bajo el concepto de cultivos agroforestales.

El convenio de biodiversidad biológica fue firmado en la reunión que congregó a 178 países del mundo, en Río de Janeiro en 1992, como parte de la Cumbre de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD).
Desde esa oportunidad, grupos diferentes en el país han venido trabajando para el logro de sus tres objetivos: i) la conservación de la biodiversidad biológica, ii) la utilización sostenible de sus componentes y iii) la distribución justa y equitativa de los beneficios resultantes de la utilización de los recursos genéticos. Todo ello es importante sobre todo porque “la diversidad biológica se encuentra en aquellas regiones con altos índices de pobreza, en los que la conservación en sí misma pierde todo sentido si es que no va acompañada de beneficios tangibles y directos para la población local” (Fuente: Ministerio de Desarrollo Sostenible y Planificación – Diagnóstico sobre el Biocomercio en Bolivia y Recomendaciones para la puesta en marcha del Programa Nacional de Biocomercio Sostenible).
Con esos antecedentes, el IBCE conjuntamente con la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN), propició su debate mensual. Esta iniciativa adquiere mayor urgencia frente al desastre nacional del presente año, de algo más de 3.700.000 Has. sometidas al efecto devastador del fuego, con el cual se pone en riesgo, no sólo los bosques y su riqueza maderable y de flora en general, sino se pierde esa inmensa riqueza de insectos, aves, mamíferos que conforman la megabiodiversidad que caracteriza a nuestros bosques.
Por ello el llamado de ambas instituciones: “hagamos emprendedores” que permitan que esa inmensa riqueza, hasta ahora desaprovechada sea utilizada de manera inteligente mediante el biocomercio. Algunos ejemplos, que son como el griego para la mayoría de los collas. Aprovechamiento del asaí, una palmera delgada de la selva del Bajo Paraguá, cuyos racimos producen un fruto que “contiene ácidos grados esenciales que juegan un papel muy importante en mantener bajos los niveles de colesterol y glicéridos… pero sobre todo por su capacidad antioxidante, esto es, su consumo ayuda a contrarrestar de manera muy efectiva los efectos del envejecimiento”.
El copoazú, una mazorca de la familia del cacao. Quien haya permanecido unos días en Rurrenabaque ha debido saborear el delicioso refresco perfumado que preparan con esta fruta y actualmente su cultivo está siendo difundido, con éxito comercial en Riberalta y otras localidades de Beni y Pando, como cultivo asociado al arroz, cítricos, bajo el concepto de cultivos agroforestales.
La lista actual es bastante larga: jatata, cacao, goma, majo, castaña (con un aprovechamiento considerable en los últimos años), majo, cusi, ocoró, achachairú. Animales como lagarto, capibara, abejas y su miel, diversidad de peces. A ellos hay que añadir en la parte andina: fibra de camélidos (el aprovechamiento de la fibra de vicuña sigue creciendo), maca, cañahua, quinua, tuna, flores ornamentales.
La fórmula es simple: “forjemos emprendedores” para lograr que el aprovechamiento de un conjunto de productos de nuestros bosques, superen los ingresos de cultivos agrícolas tradicionales y apoyemos esas iniciativas con apertura de mercados e investigación científica sobre los productos.

Fuente: http://www.opinion.com.bo/05/12/2010/%EF%BB%BFhagamos-emprendedores/

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