Para muchos latinos en Europa el 2010 ha sido uno de los peores años de su vida en este continente.

La aguda crisis española, el creciente desempleo en Suiza, los  problemas con los extranjeros en Francia  e Italia y el reconocimiento  oficial de Alemania de que fracasaron los procesos de integración,  forman parte de un balance negativo.

A eso se suma que, como una “bola de nieve”, se aplica la Directiva  del Retorno o Directiva de la Vergüenza con la que ya no pueden ingresar  más extranjeros y los que estamos aquí tenemos que irnos por cualquier  motivo. Las candidaturas de derecha están triunfando con claros  discursos xenófobos.

En un continente que siempre ha proclamado la libertad y fraternidad y  ha sido la base de los derechos humanos, hoy se respira miedo, sobre  todo entre los indocumentados. Salir a la calle, subir al Metro o ir a  un local latino puede ser lo último que se hace antes de ser empujado a  un avión para el retorno obligado a casa.

Dicen que la distancia mata el amor. En algunos casos es así, porque  las parejas y matrimonios se han destruido porque el teléfono no es  suficiente. En otros, se

ha fortalecido y, con la reagrupación, significa una nueva etapa de la relación.

Cada vez hay más europeos pidiendo limosna en las calles o  escabulléndose de sus deudas y compromisos, porque no tuvieron la  previsión de ahorrar. Al contrario de los latinos, pues casi  ninguno pide dinero en las calles y asume con dignidad sus compromisos.

Y es que nosotros, nacimos y crecimos con la palabra “crisis” y al  leer que llega a España una misión del temible Fondo Monetario  Internacional (FMI), nos parece que nos visitan viejos amigos, porque  ellos marcaron bien o mal la vida económica de nuestros países.
Los desechables
Parece que Europa ya no nos necesita, pero se notan los desfases  cuando un europeo quiere retomar su trabajo luego de habernos despedido.
Después  de todo, nosotros tenemos la ventaja de que allá, en nuestras tierras, tenemos familia y mucho por hacer dentro del desarrollo que están  alcanzando por sus propios medios y con ayuda de nuestras remesas.
Lo  que está claro es que, estemos donde estuviéremos, la fe, los valores y valentía de nuestros hombres y mujeres va a prevalecer. Este diciembre  podemos llorar un poco por lo mal que nos fue, pero el 2011 debemos  empezar con una nueva energía para no rendirnos ante nada y ante nadie.

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Enviado por el autor Edwin Pérez [edwinperezuber@yahoo.es]