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Kenneth Lee . Una reserva ecológica y arqueológica que busca ser reconocida – EL DEBER Extra – 27.11.2010

Sábado, 27 de Noviembre de 2010

Esta área protegida lleva el nombre del investigador estadounidense. Fue el conocedor de la gran cultura hidráulica. La reserva tiene 4.687,3 km2

Texto: Igor Ruiz Zelada / Fotos: I. Ruiz y FAN

En un vuelo en avioneta desde Santa Cruz de la Sierra hasta la localidad de Baures, el lago Guachi, un espejo de agua que se divisa a lo lejos, es la primera señal que indica dónde comienza Beni.


Luego se suceden uno, otro y otro lago llamados Bolsón de Oro, Jora, Victoria, Colorado y Porfía, cuyas formas irregulares los hacen parecidos a hojas lobuladas y cuyo origen tectónico recuerda que esos terrenos, que son parte del Precámbrico o Escudo brasileño, con pequeñas cordilleras de roca dura, de poca altura y cubiertas de verde vegetación, fueron un mar interior que en algún momento se vació como producto de un sismo.
En el extremo norte de esta cadena de espejos de agua se encuentra la reserva científica ecológica y arqueológica Kenneth Lee, que tiene una parte del bosque tropical húmedo amazónico boliviano. Fue creada mediante la resolución administrativa de la Prefectura de Beni 139/1996, del 16 de diciembre de 1996, y tiene una superficie de 4.687,3 km2.
En 2008, luego de que el municipio baureño aprobó una ordenanza para reconocerla como área protegida, buscar cómo preservarla fue una prioridad.

Actualmente, la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN) elabora un plan estratégico de gestión. Según la jefa de Unidad de Áreas Protegidas de la FAN, Cristina Casavecchia, hay personal dedicado al mantenimiento de la reserva, como José María Chávez, que trabaja con los actores locales como la Alcaldía Municipal, la asociación de ganaderos, la subcentral de pueblos indígenas, la subcentral campesina, las juntas vecinales, el comité de vigilancia, los dirigentes comunitarios y los productores de cacao de la región, además de la Dirección de Áreas Protegidas de Beni.
La reserva Kenneth Lee tiene un 60% de pastizales y sabanas anegadizas y el restante 40% lo conforman los bosques amazónicos y del cerrado chiquitano. Es vecina del Parque Nacional Noel Kempff Mercado y de la Reserva de los ríos Blanco y Negro del departamento de Santa Cruz, así como de los parques departamentales Iténez y Pedro Ignacio Muiba, en Beni. A su vez, esta área protegida está cerca del corredor Madidi-Amboró, considerado el lugar con mayor biodiversidad del continente.
Aún no se efectuó un estudio, pero se estima que en la reserva hay gran cantidad de mamíferos, reptiles, anfibios, peces y aves. Uno de los ríos cercanos, el Blanco, al ser recorrido en bote, permite ver algunos ejemplares de capiguara, lobito de río, garzas y otras aves acuáticas.
Desde el aire es posible ver que el monte alto, o ‘montaña’ como la denominan los lugareños, no ha sufrido daños por parte de la mano del hombre. Junto a los bosques se suceden claros o pampas anegadizas de varios tonos verdes, que con las pocas horas de lluvia caídas en octubre ya comienzan a retener agua.
Esta reserva contiene bosques amazónicos en el límite entre Santa Cruz y Beni, así como bosques amazónicos de inundación y sabanas anegadizas que son parte de la extensa llanura aluvial beniana, que cuenta con más de 180.000 km2.
Pese a la época seca, los ríos que surcan la reserva y que nacen en la Chiquitania, como el San Martín y el San Joaquín, el Blanco y el Negro, presentan un buen caudal, lo que deja entrever por qué en tiempo de lluvias llegan a desbordarse e inundar la sabana y la selva.

Recursos. Los centenarios cacaotales florecen en agosto y sus frutos maduran en febrero. Este año fueron dañados por las quemas incontroladas

ZONA ARQUEOLÓGICA
De acuerdo con las excavaciones que se realizan en Beni, se presume que Baures fue una zona densamente poblada. Sus habitantes   desarrollaron sistemas sostenibles de producción durante cientos de años, pues, según las pruebas de radiocarbono hechas en los terraplenes y lomas, hoy llamadas ‘islas’, le dan una antigüedad de más de 1.000 años.


Muchos vestigios de esa cultura se pueden apreciar desde el aire en la reserva, como una gran red de canales que servían de vías de comunicación durante la época de inundación y que se cruzaban con los ríos; además de las islas o pequeñas manchas de bosque en medio de la extensa sabana anegadiza y, por último, las zanjas, que servían como resguardo de los promontorios hechos para los asentamientos humanos. Para conservar este legado arqueológico, la FAN debe contemplar las diversas leyes, decretos y acuerdos internacionales que hablan de su protección como el decreto-ley 15900, del 19 de octubre de 1978, que norma la defensa del Tesoro Cultural de la Nación o la Resolución del Ministerio de Educación y Bellas Artes del 6 de enero de 1958, que reglamenta las excavaciones arqueológicas.

CACAOTALES
Desde el avión, cerca de la reserva, se observa un camino de herradura que se pierde en la inmensidad de la selva, volviéndose un hilo imperceptible hasta llegar a un pequeño puesto que parece una comunidad de los baure, el pueblo originario de esa zona que se dedica  a la recolección del cacao silvestre, cuyas plantas están dispersas en 6.000 hectáreas (ha) dentro del municipio, en especial en las antiguas lomas artificiales.

Según el concejal Edil Esero, en el municipio de Baures hay cacaotales tan grandes como el de Catiyene, que cuenta con 400 ha, y el de San Carlos, con 350 ha, de las cuales sólo se limpiaron 140.


La FAN, aparte de ayudar en la limpieza de la maleza de los cacaotales, también estableció un vínculo con los pobladores apoyando la cadena de biocomercio. Un ejemplo es la compra mensual de 400 kilos de cacao por parte de la empresa  Fridolín, de Santa Cruz, que ofrece la torta ‘selva amazónica’.

Este negocio se realiza mediante la firma Sumar Ltda. que transforma las pepitas secas en chocolate, usando las mismas técnica artesanales de los baureños. También exporta a Estados Unidos y países de Europa.

Otros compradores de este producto orgánico son las empresas Para tí, de Sucre; Prodemo, de San Ignacio de Moxos; y la rescatadora Redsa, que envía las pepitas secas a Suiza, Holanda y Alemania.

EL CHOCOLATE, EN PELIGRO
En agosto causó preocupación entre los baureños la quema de los pastizales que afectaron las plantas de cacao que ya tenían pequeñas mazorcas. Pero, con las primeras lluvias de octubre renacieron las esperanzas porque brotaron nuevas flores. Estiman que la cosecha se retrasará para marzo, cuando lo habitual es recoger los frutos entre fines de diciembre y febrero.


El cacao mueve, directa o indirectamente, la economía del 80% de las familias de Baures que logran cosechar hasta 15.000 arrobas cada año. Recaudan alrededor de Bs 2,5 millones, pues la arroba se logra vender hasta en Bs 250.

La transformación de las pepitas de cacao en chocolate poco a poco se hace de manera más industrial, con una máquina moledora de propiedad de la Asociación de Productores de Chocolate de Baures (Acprochob). “Con un crédito de Bs 1,9 millones del Banco de Desarrollo Productivo nos hemos equipado y pronto tendremos nuestro propio galpón. Somos optimistas y esperamos tener buenas mazorcas”, apuntó Gumercindo Cejas, representante de Acprochob.

http://www.eldeber.com.bo/extra/2010-11-21/nota.php?id=101121192330

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