“Hacer castillos en el aire” es concebir demasiadas esperanzas sobre algo, o sea, abrigar esperanzas infundadas en algo. Hace cinco días, la prensa informaba sobre los resultados de la VII Cumbre de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), reunida en Cochabamba durante dos días (17-18 de octubre).

Nueve países participaron en la Cumbre, si tomamos en cuenta a Cuba y Honduras, con representaciones de menor nivel, los demás —Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Venezuela, Dominica, Antigua y Barbuda, y San Vicente y Granadinas— estaban en la gloria. Paraguay y Argentina no asistieron, pero quien brilló por su ausencia fue Raúl Castro. En esos momentos, el primer ministro cubano pronunciaba un discurso histórico en La Habana. Anunciaba la cancelación de las cartillas de aprovisionamiento en Cuba, advertía al pueblo que no debía esperarlo todo del Estado y aleccionaba a la ciudadanía a usar la imaginación para producir bienes de consumo. Es decir, todo lo contrario de lo que aconseja la ALBA, cuyas recetas son estatalistas. Pero no seamos agoreros ni nos alegremos de lo mal que lo están pasando los cubanos. Los hechos, sin embargo, deberían hacernos reflexionar sobre el destino de nuestros pueblos. No está el horno para bollos.
Empecemos por reconocer que la VII Cumbre de la ALBA fue un éxito político. El director de orquesta bolivariano dijo lo que pensaba decir: insultó al presidente Micheletti, apoyó a Zelaya, atacó al imperialismo yanqui, le tiró de las orejas a Lugo y –cosa grave– apoyó descaradamente al candidato Evo Morales, injerencia a la que ya estamos acostumbrados los súbditos del Estado plurinacional. La prensa internacional, mucho más sutil que Hugo Chávez, reprodujo una fotografía de las primeras potencias del mundo reunidas en torno a una densa alfombra de coca, sobre la cual se leía: “Coca no es cocaína”, lema evocador de otra época que creíamos superada, aunque, por lo que vemos, el hombre es el único animal que tropieza dos veces en el mismo eslogan. Así, el MAS ha restaurado esta divisa sin futuro, salvo que el futuro sea la otra noticia del día: “Los narcos derriban un helicóptero en Río de Janeiro”. ¡Bonito futuro! Hablando de Brasil, recordemos que días antes de la Cumbre, el hermano Lula estuvo en Cochabamba animando a la gente, de forma indirecta, a que reelijan al hermano Evo en los comicios de diciembre.
Se anunció a bombo y platillo la creación de un Banco de la ALBA y se declaró la moneda única de la ALBA –el sucre– para las transacciones comerciales entre sus accionistas. Quienes poco hablaron fueron los primeros ministros de las islas del Caribe de habla inglesa. Quizás estaban atónitos pensando en lo difícil que les resultará sustituir su moneda estable – el dólar del Caribe oriental – por una moneda de futuro incierto. En lo que concierne a los protocolos de presuntas transacciones comerciales, se les veía preocupados pensando cómo un país como Dominica (superficie: 751 km2 / 79.000 habitantes) podía comprarle ganado vacuno a Bolivia si a ellos les sobra, o cómo Antigua y Barbuda (sup. 442 km2 / 83.000 hab.) le podía vender bananas a Ecuador, o cómo se las arreglará Barbados (sup. 430 km2 / 270.000 hab.) para venderle azúcar a Cuba.
Lenin decía, recordando a Aristóteles, que la única discusión seria, en política, es aquélla que se refiere a la forma de gobierno. Tanto Antigua y Barbuda como Barbados y San Vicente y las Granadinas forman parte de la Commonwealth y tienen como jefa de Estado a S.M. la Reina Isabel II. ¡Son monárquicos! Claro que al presidente del Estado plurinacional le importa un guapomó. Lo que le importa es el show mediático. // Madrid, 23.10.2009.

Fuente: http://www.eldeber.com.bo/2009/2009-10-23/vernotacolumnistas.php?id=091022234136