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PERMITANME DECIR – Oscar Bowles Rivero – 12.9.2009

Sábado, 12 de Septiembre de 2009

De repente, y por alguna razón que todavía no encontramos, se nos viene a la cabeza la idea de hablar sobre la amistad y la consecuencia, esta última como efecto o derivación de la primera y también de otras consideraciones que tienen que ver con la ética, los valores y los principios que rigen la buena conducta, incluidos los afectos bien entendidos.

Qué es la amistad: es afecto o cariño entre las personas. Afección e intimidad, conexión y afinidad. La esencia de la amistad radica en la entrega confiada de nuestra intimidad, de nuestras cosas guardadas en lo personal a otro ser humano, sabiendo que le entregamos armas con las que nos puede llegar a herir, a dañar; pero confiando en que jamás lo hará y más bien a capa y espada nos defenderá. Por eso es que socialmente llegamos a tener muchos amigos pero los depositarios  de aquello que nosotros guardamos con celo y que hemos entregado como fruto del afecto y la confianza son más bien pocos.

La amistad es personal y por supuesto, no hereditaria. Nuestros hijos tendrán respeto o  afecto, mucho o poco por nuestros amigos, pero ellos, en el transcurso de su vida encontrarán los suyos. Es sí, y hay que decirlo con absoluta convicción, tonificante y hermoso saber que esas personas queridas están siempre ahí, al lado nuestro, aunque las circunstancias de la vida y del trabajo definan que nos veamos poco.

Sustentar una verdadera amistad puede no ser fácil, hay que tener el alma siempre abierta para comprender los pensamientos y sentimientos del amigo y si toca, tener la entereza de reconvenirlo o hacerle ver sus errores, lo mismo que compartir con él sus alegrías ante eventuales logros o triunfos.

Hablando de la consecuencia, preguntémonos lo que es, y digamos que en una de sus acepciones viene a ser la correspondencia lógica entre la conducta de un individuo y sus principios. Por supuesto que la consecuencia  debiera darse en todos los órdenes: en el criterio, en las relaciones personales, en el trabajo, en la política, en los negocios, en el accionar que beneficia al terruño, en suma, en cada actividad que el ser humano desarrolla.

Ahora que, en muchas oportunidades nos asombramos de actitudes que a nuestro entender no guardan las normas éticas de la consecuencia, nos decimos que no somos jueces para poner en el banquillo de los acusados a las personas, entendiendo que cada quien tiene su conciencia para, sin mentirse, juzgarse a sí mismo, de la misma forma que en alguna oportunidad pudimos cuestionarnos personalmente y al comprender el error tratamos de enmendarlo con la verdad por delante.

Así como hay amistades que decepcionan, hay inconsecuencias que lastiman. En los tiempos que corren, cuando las conveniencias personales  tiran al canasto la ética de la conducta, ya no debemos asombrarnos de escuchar justificaciones en determinados actos  que se cometen más bien premeditadamente.

Oscar Bowles Rivero.                       Santa Cruz de la Sierra, 9-09-2.009.

  1. rene landivar mercado
    Sábado, 12 de Septiembre de 2009 a las 17:53 | #1

    alguna vez devimos habernos conocido, permiteme querido Oscar, cuando cuando se pone blanco el cabello miramos para atras y buscamos amigos, pero amigos de verdad y cuantos hallamos?, te considero afortunado si juntas 3, hablo fuera de los familiares, por que ellos la mayoria estaran siempre a tu lado, ahora vuelvo y solo creo que encuentro escasamente 1 o podrian ser 2, la amistad, amistad es una de las cosas mas dificiles de tener en esta vida, ya me creo un viejo joven, te pido disculpas por meter mi cuchara, r.landivar

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