Riberalta – mon amour

Willi Noack

Poderosas lentes determinan la imagen que uno ve. Poderosas pues yacen en la subjetividad de las pasiones del espectador. Producen una aproximación de la realidad percibida con sensores selectivos, filtrando y amplificando la información según el estado anímico o la intensidad de las relaciones con el entorno y consigo mismo. Es el caso de los canta-poetas que ven belleza donde objetivamente no existe pues se dejan llevar por la proyección de sus sentimientos al extremo. ¿Es falso? ¡No, por supuesto que no! Solamente que no es un FODA; es una declaración de amor que pinta en bellos colores una realidad no tan perfecta como harían creer las expresiones sentimentales.

Viceversa, es posible que una aversión influya a un espectador para concentrarse en características desfavorables, concluyendo en una imagen igualmente distorsionada, pues tiende a ver solamente o principalmente lo negativo.

Entre ambas posiciones debe ubicarse la descripción de la realidad objetiva, esta mezcla de facetas simpáticas y feas, y, en cuanto al estilo de convivir, entre la tendencia de aceptar los retos del futuro y la preferencia por las tradiciones sin importar mucho si éstas son favorables o perjudiciales.

El ojo de una cámara descubre la parcialización de un observador. ¿Permite que detecte las facetas desfavorables o lo obliga a registrar solamente lo lindo? En el caso concreto admito que me dejo influenciar por los sentimientos para abstraer de lo conflictivo. Trato de enfocar positivamente esta ciudad que llevo en mis recuerdos.

Cuando ahora le presente mi cosecha de haber lopopeado en Riberalta en días pasados, Ud., estimado amigo, debe tomar en cuenta estas consideraciones, pues he buscado dibujar una imagen linda, pero lamentablemente, la pobreza generalizada opaca el brillo.

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