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PERMITANME DECIR – Oscar “Paqui” Bowles Rivero – 15.10.2009

Jueves, 15 de Octubre de 2009

En materia de pintura más sabe un pato de chinelas que el que estas letras escribe. Pero todo ser humano tiene ojos y ve, mira, observa y analiza cuando está frente a una obra de arte en materia de pincelazos en un lienzo. De una “ojeada” ya uno sabe si le gusta o no una pintura como sabe también si sí o si no al escuchar una pieza musical. A lo mejor la cosa tiene que ver con el tema, los trazos para la composición o con el uso de los colores, dependiendo, claro, de los que a la retina le son agradables y convengamos que de gustos y colores…………………

Pero bueno, aterricemos de una vez.

Resulta que en mañana sabatina me fui hasta la Manzana Uno para darme el gusto de abrir los ojos ante la obra de Ejti Stih ahí expuesta. Eran las diez y cinco y allí estaban tres funcionarias sentadas en los umbrales de las puertas de acceso a los salones esperando a no se quién que llevaría las llaves. Para hacer hora ingresé a una librería cercana y adquirí las dos últimas novelas policíacas (ya había leído la primera) de la trilogía de Stieg Larsson, el escritor sueco que entregó al editor sus tres obras y no tuvo la suerte de verlas publicadas pues a los 50 años murió de un infarto sin enterarse del gran éxito que tuvieron en el público lector.

Volví a la Manzana y nada. Las llaves brillaban por su ausencia y los umbrales seguían ocupados, y un guardia paseaba por el pasillo.

Fui a mi peluquero a que acomode un poco la escasa cabellera que aún me queda y la deje cortita para que las ventoleras de este tiempo no hagan con ella lo que les de la gana.

A la tercera fue la vencida. Ya estaban de par en par las salas de exposición, las muchachas en sus puestos de trabajo y el guardia seguramente más animado mirando el movimiento de las personas que llegaban.

Debo decir que tengo el gusto de conocer a Ejti y alguna vez he visitado su lugar de trabajo, su taller, lo que seguramente para ella debe ser algo así como su santuario, y diciéndolo sinceramente, su pintura me gusta y además, de ella me gusta su franqueza, su espontaneidad y se me ocurre que ahora esa franqueza y ese desparpajo que tiene cuando conversa es producto de la amalgama de su pensamiento libre, innato en ella, con lo que le ha dado también esta tierra a la que seguramente como nosotros, ama. Así que esta gringa camba que es una de las nuestras, merece todo nuestro respeto.

Un sector de la exposición está dedicado a lo que últimamente a los del gobierno se les ha dado en llamar movimientos sociales. Nuestra pintora hace un derroche de imágenes y colores que atraen al espectador que inmediatamente repara en las expresiones de los seres humanos que están allí pintados y a los que les ha agregado los encapuchados que no son precisamente carnavaleros sino gente dispuesta a sembrar el mal. Hay caras que son grotescamente insanas y podríamos decir de una realidad que espanta y como no, hay también cuadros de muerte con todo el dolor que la misma provoca.

El otro sector está dedicado al presidente Morales, pintado en diferentes situaciones o circunstancias, desde su atuendo con todos los símbolos de su cargo, su tan conocida imagen en las concentraciones populares con su archisabido, cansador y hueco discursito para analfabetos, hasta el de toga cuando ha sido nombrado (vaya uno a saber porqué) Doctor Honoris Causa. En este mundo no dejan de haber cosas raras.

Esta exposición de Ejti merecería estar en un museo especial donde la gente entienda lo que pudo haber sido y no fue.

Resumiendo, esta gringa camba es una gran artista.

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